Uno puede imaginarlo todavía. Jean Lartéguy, mirada alta. Chaqueta oscura de pana, camisa blanca de cuello fino. Un botón por cruzar, sin corbata. Gaullista, escéptico, lúcido. De palabras y silencios, hombre de derrota. Lartéguy fue la clase de soldado para quien morir en batalla –rostro firme, arma empuñada– es la forma más noble de hacerlo. A Lartéguy le repugnaba la intelectualidad francesa que, apoltronada en sus sillones, bebiendo whiskey caro, con las piernas cruzadas y fumando de pipa, juzgaba los métodos de guerra de sus tropas y relativizaba las intenciones del enemigo. Nació en el Valle del Marne, el 5 de septiembre de 1920, y murió un día como hoy, hace cinco años, en París. Lartéguy avanzaba donde las bombas abrían camino. (más…)
