Szymborska quería tener los ojos claros solo porque los suyos eran oscuros. Tantas veces deseamos ser quienes no somos. Pero ella, Wislawa, supo ser única en el modo en que lo son unos pocos dedos. Ella fue voz y parte; ella fue tortura y aliento. Un día escribió que debían ser dos por cada mil personas a quienes les gusta la poesía: “como les gusta la sopa de caldo/ como les gustan los cumplidos y el color azul” [1]. En tiempos de podredumbre su inspiración se reveló como luz que guía, tardíamente reconocida. (más…)
