Me llamó un día Fernando, probablemente de madrugada, para decirme que había encontrado un blog asombroso. No sabía muy bien cómo se había topado con él. Era de unos tipos argentinos o chilenos —la incógnita perdura— que escribían un poco de todo: literatura, música y otras tantas cuestiones de dudoso interés para el público.
Me comentó que podría hacerse algo parecido. Yo, probablemente, me froté los ojos y le respondí: “Ya lo hablamos mañana mejor”.
De las sombras de La Periódica surgió Westside 777, un nombre terrible. Lo elegí yo, pero que Fernando secundara la propuesta le hace igualmente responsable. Y todo por una película, Call Northside 777, que por aquel momento me tenía fascinado.
Compramos el dominio, colgamos un par de publicaciones y agarré manía al nombre por motivos de sentido común. Clausuré el negocio y abrimos una nueva página: La Activa Minoría. El contenido era el mismo; no fue más que una mudanza a correprisa.
Por mucho que me digan que el problema soy yo, que me canso rápido de las cosas y las sustituyo por otras con una facilidad alarmante, todavía desconfío de la idoneidad del nombre. Nació de una idea equivocada o no —que seguro malinterpreté— que la Wikipedia, fuente estrella de todo periodista holgazán, resume de este modo:
Una minoría activa, minoría consciente o minoría actuante es la función de un grupo social minoritario que intenta visibilizar un problema o propagar una solución social a través de influir por la educación o por el ejemplo al resto de sus congéneres en un entorno dado o dentro de una organización más grande.
O como proclamó Daniel Cohn-Bendit: “Hay que abandonar la teoría de la vanguardia dirigente para adoptar la teoría más simple y honrada de la minoría actuante (o minoría activa) que desempeña el papel de un fermento permanente, que impulsa a la acción sin pretender dirigirla”.
Y aquí seguimos, paseando de incógnito. Consolándonos con que somos una suerte de película de culto sólo conocida por unos pocos. Encerrados en nosotros mismos, sin prestar mucha atención a lo que pasa ahí afuera. Todo es mentira. Que nos lea hasta el frutero de la esquina.
A quién se le ocurre abrir otro blog de cultura.
Jorge Raya Pons
21 de abril de 2015